La cultura Twitter y la adictividad de la gratificación inmediata

"...estás leyendo esto todavía o ya estás
por cliquear en otro link? ...
 Necesitamos ser a la vez patinadores en
la superficie de la laguna y buceadores.
Dominar la habilidad de acceder a hechos
mientras reservamos el tiempo y espacio
para hacer algo significativo con ellos"
Andrew Sullivan (The Times)

Hace un tiempo atrás compartí en un post mi gran preocupación por la pérdida de la capacidad de concentrarse y prestar atención derivada del uso habitual de Twitter y otras redes sociales que observo en mí y muchos de los que me rodean. Ese post dio lugar a una gran discusión y se convirtió en el más «retwitteado» de la historia de Riesgo y Recompensa.

Hace unos días atrás Guillermo Jaim Etcheverry publicó una columna en el diario argentino La Nación, donde, con su habitual lucidez, reflexiona sobre los efectos de la hiperconectividad sobre nuestra capacidad de concentrarnos.

Allí, él plantea que vivimos  falsamente convencidos de que «a cada instante, en algún lugar del planeta está ocurriendo algo trascendental para nuestras vidas». Esa íntima convicción, apareada con la abrumadora disponibilidad de nueva información en tiempo real, genera, al decir de David Meyer, «una plaga cognitiva capaz de anular la capacidad de concentración y pensamiento productivo«. (La cita que Jaim Etcheverry hace proviene de este artículo que les recomiendo leer completo si les interesa el tema).

Yo comparto esa línea de pensamiento, pero hay un elemento que creo que está faltando: nuestra repentina e irrefrenable adicción a la «gratificación instantánea».

¿Quién dice que los estudiantes no comprenden lo que leen?

CNBA

Tiempo atrás, en «El país donde siempre ganan los malos», un post sobre la corrupción en la Argentina, hice alusión a un artículo de hace unos 15 años escrito por el Dr. Guillermo Jaim Etcheverry que en su momento me había causado una gran impresión. Al armar ese post lo busqué en internet de todas las maneras imaginables y no pude encontrarlo.

Tiempo después quise citar el mismo artículo en una conferencia y esa vez se me ocurrió contactar al propio autor, con la esperanza de que él supiera dónde podría encontrarlo. Grande fue mi sorpresa cuando un largo rato después el Dr. Jaim Etcheverry me respondió que había pasado varias horas revolviendo cajas hasta dar con una copia en papel del diario donde apareció el artículo en cuestión.

Me lo envió por fax, lo leí, y probó ser aún más impactante de lo que lo recordaba- Y, pese a ser de hace 15 años su contenido sigue siendo completamente vigente. Le pedí permiso para transcribirlo y publicarlo aquí para que ustedes pudieran leerlo y él me autorizó.

El artículo, publicado en el diario La Nación el 12 de Febrero de 1994, había sido escrito días después de que se dieran a conocer los resultados de un estudio sobre el nivel de la educación en la Argentina y muchos se «rasgaban las vestiduras», criticando cómo era posible que los jóvenes argentinos obtuvieran resultados tan malos en un test de comprensión de lectura. «Los estudiantes no comprenden lo que leen», titularon muchos. Y aquí va la imperdible respuesta de Guillermo Jaim Etcheverry:

El país donde siempre ganan los malos

La Argentina está muy mal ubicada en los rankings internacionales de corrupción. De acuerdo a Transparency International estamos en la posición 109 a nivel mundial, cayendo respecto del año anterior y con un score de 2,9 sobre 10. Como comparación, nuestros vecinos más cercanos, Uruguay y Chile comparten el puesto 23 con 6,9. ¿Qué será lo que nos hace ser un pueblo más corrupto?

En mi opinión, la respuesta es simple: Uno obtiene de las personas aquello que reconoce y premia, no aquello que condena y castiga.

En un acto que asegura que sigamos por muchos años más hundidos en el fondo de la tabla entre los países más corruptos del mundo, el gobierno argentino acaba de presentar un proyecto de ley para premiar a todos los que evadieron impuestos, generaron dinero malhabido y/o desarrollaron actividades ilegales en los últimos años en la Argentina.