El disconfort a la vuelta de la esquina

Guardia

Hace ya tiempo, en mi día mensual con ONGs, pasé el día con Alberto Vázquez, un emprendedor social de Ashoka, que es fundador y presidente de una Asociación Civil llamada SAHDES. Ese día, más allá de aprender sobre salud y atención primaria, viví una de las experiencias más intensas de mi vida, descubriendo que el límite de la «zona de confort» está mucho más cerca de lo que creemos, a veces a la vuelta de la esquina.

Mi primer emprendimiento

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La mayoría de las personas que leen este blog seguramente hayan escuchado de mí por haber fundado Officenet. Pero Officenet no fue mi primer proyecto emprendedor.

Mi primer proyecto, cuando tenía 20 años, fue una organización social sin fines de lucro que se llamó Iniciativa. Yo no estuve entre los que la fundaron, pero me sumé muy al inicio y junto a un grupo increíble de soñadores muy muy jóvenes armamos un proyecto espectacular.

Nuestra actividad más importante era un evento para estudiantes secundarios de 14 a 17 años en el que nos íbamos con 250 chicos a un hotel apartado en las sierras de Córdoba y allí les dábamos herramientas y motivación para que se involucren participando democráticamente para mejorar el mundo.

Cartoneros digitales

equidad

En el día de ayer, después de un parate bastante más largo de lo que hubiera querido, retomé mi hábito de destinar un día por mes a conocer una ONG y acercarme a una problemática hasta ese momento para mí desconocida. Esta vez le tocó el turno a la Compañía Social Equidad, fundada por María Eugenia Estenssoro y dirigida por Carolina Añino.

Quizá no haya nada más alejado a nuestro concepto de «basura» que una computadora. Y sin embargo, todos los años más de 600.000 computadoras son desechadas en Argentina solamente. Esto plantea dos problemas: por un lado, las partes que componen una computadora no son precisamente biodegradables. De hecho algunas partes son altamente contaminantes. Por otro, esas computadoras, que son obsoletas para las necesidades del usuario que las descarta, son potencialmente útiles para otros fines en las manos de la persona adecuada. Aún así, la gran mayoría termina en rellenos sanitarios.

Aquí es donde entra en acción Equidad.

El Trebol

Uruguay, enero de 1980

Ella tenía 17 años. Él 19.

En medio del verano decidieron tomarse un recreo de sus trabajos como secretaria y empleado bancario para acampar con amigos unos días cerca del Cerro del Toro en Piriápolis. El tiempo acompañaba para un buen descanso playero.

El 7 de Enero decidieron subirse a la moto de él (una Gilera 150) para viajar al Chuy, un pueblo en la frontera con Brasil, para hacer unas compras, abastecer el campamento y de paso pasear un poco solos. Era un día de muchísimo calor, ambos llevaban ropa de deporte, short, zapatillas.

Después de completar el paseo, emprendieron el regreso. Agobiados por el calor, se detuvieron en un bar de la ruta a tomar algo y tuvieron una pequeña discusión porque ella, acalorada y con cabello hasta la cintura, no quería ponerse el casco. El, muy decidido, le dijo: «Si no te pones el casco, te dejo acá», y con esa firmeza en su decisión definió el destino de su vida.

Un par de horas después, a eso de las 18, el sol todavía brillaba bien alto. Al llegar al cruce llamado El Trébol de Piriapolis, donde se cruzan las rutas interbalnearias que unen Montevideo con Punta del Este y Piriápolis con Pan de Azúcar, de repente vieron un ómnibus que avanzaba descontrolado hacia ellos. Intentaron detenerse pero la colisión parecía inevitable. Y entonces ocurrió el milagro.

La Mariposa en el Puño

Hace algún tiempo atrás tuve la oportunidad de asistir a un acto encabezado por Toty Flores, del MTD-La Matanza, en La Juanita. Uno de los oradores fue un joven rabino llamado Alejandro Avruj a quien yo nunca había escuchado hablar. Dio un discurso sumamente lúcido sobre nuestro rol como ciudadanos para hacer de la Argentina un mejor país donde puso el foco en que no hay que pedirle a Dios que nos ayude sino arremangarse y ponerse a trabajar en lograr un cambio.

Lo que quiero compartir ahora con ustedes es una pequeña historia sacada del Talmud con la que él cerró su participación. Quiero compartirla tanto por la belleza de su enunciación como por la profundidad, potencia y relevancia de su mensaje.

La historia dice que hace muchos muchos años atrás, en un pueblo había dos rabinos muy sabios. Los seguidores de cada uno disputaban entre ellos cuál de los dos era más sabio. Un muchacho finalmente tuvo una idea: atrapar una mariposa y llevarla encerrada en su mano ante el otro rabino y preguntarle: «Esta mariposa aquí en mi mano, ¿está viva o muerta?». Si el rabino respondía «viva», antes de abrir la mano apretaría la mariposa con el puño y mostraría que estaba muerta. Si por el contrario respondía «muerta», abriría la mano y la dejaría salir volando.

Chau Pareto: Nace la regla del 20/60/20

Muchos de los que hayan estudiado Economía, alguna ciencia exacta o social habrán oído hablar de la «Regla de Pareto» o «Regla del 80/20″. La regla surgió cuando un economista italiano del siglo XIX llamado Vilfredo Pareto, analizando la distribución del ingreso en Italia, observó que el 80% estaba en manos de apenas el 20% más rico de la población.

A partir de ese hallazgo, se generalizó como Regla de Pareto a toda situación donde el 80% de los efectos está explicado por el 20% de las causas, y es con este significado que se la usa en los campos más variados.

Esta introducción apunta a poner en contexto que una semana atrás fui a uno de los desayunos de la Red de Apoyo a Ashoka. Allí, escuchamos hablar a un emprendedor social impresionante llamado Alberto Croce, de la Fundación SES.

Podría hablar mucho sobre Alberto y su trabajo pero en este post quiero poner el foco en un aspecto puntual de la charla que dio. El planteó que cuando se intenta promover un cambio social con un grupo de personas, 20% se muestran muy favorables y se entusiasma fácilmente. Otro 20% se muestra totalmente resistente, no importa cuánto sea el esfuerzo que hagamos por sumarlos. El secreto, dice él, está en el 60% del medio, que no se suma con facilidad pero es suceptible de hacerlo con el estímulo y el esfuerzo adecuado.

¿Cuál es la trampa? Que tentados por la facilidad del 20% inicial, tendemos a concentrar nuestros esfuerzos allí y no donde realmente podríamos hacer una diferencia.