En estos días, si vas caminando por la calle y de repente ves una persona intentando hacer piruetas parado en un pie o doblándose para tocar el piso, no se trata de un loco o de un equilibrista pidiendo monedas en un semáforo. Es simplemente una persona más intentando mostrarle a un amigo cómo la pulsera Power Balance le mejora la fuerza, el equilibrio y la elongación.
Esta persona, como miles de otras últimamente, posiblemente en otros órdenes de la vida actúe como un ser inteligente y razonable. Pero de manera repentina, seducido por uno de los mayores engaños de marketing de la historia, dejó toda su racionalidad a un lado y sucumbió ante la mentira de una promesa mágica.