Esta semana vivimos en Argentina una situación surrealista. Con la absurda justificación de evitar la entrada de tintas con contenido de plomo, se intentó dificultar seriamente la entrada de libros importados al país, en una especie de versión 2012 del «Alpargatas sí, libros no» de 1946.
Pienso que no hace falta aclarar que vivimos en un mundo donde el conocimiento es crecientemente necesario para mantener al país en la frontera del conocimiento científico y tecnológico y donde la generación de ideas es cada vez más global. Pero parece que no todos entienden esto.
En este post quiero compartir con ustedes dos visiones acerca de este tema.