Tocando la cima del mundo

Everest

La semana pasada dediqué un día entero a pasarlo en «el paraíso»: gracias a la ayuda de Luciano Tourn pude recorrer casi todas las áreas del legendario Media Lab de MIT, guiados por el profesor Joost Bonsen.

¡La experiencia fue absolutamente increíble, tan así que no sé bien cómo compartirla en palabras en el blog!

Pero mientras busco la manera, quiero contarles otra cosa: la historia de una persona extraordinaria que conocí hace unos años y me resultó profundamente inspiradora.

Recorriendo el Media Lab, uno de los laboratorios que vimos es el de Biomechatronics del profesor Hugh Herr, que se especializa en el desarrollo de una nueva generación de prótesis bio-híbridas «inteligentes», capaces de mejorar la vida de personas amputadas y discapacitadas. Su trabajo también es un primer paso en la dirección de las ideas de Ray Kurzweil de avanzar en la unión de seres biológicos y máquinas, dado que sus prótesis pueden incluso darle a alguien sano más de lo que le brindan sus extremidades «naturales». En 1982, escalando una montaña, Hugh fue sorprendido por una tormenta, estuvo tres días hasta ser rescatado y perdió sus dos piernas de la rodilla para abajo a causa de congelamiento.

Pero, aún cuando él es también una persona extraordinaria, no es sólo de Hugh que quiero hablarles hoy.