En los últimos cien años, el avance tecnológico generó sustanciales mejoras en el nivel de vida medio de la humanidad. Tan grande fue ese cambio que, en muchos sentidos, una persona de clase media-baja hoy tiene mayor calidad de vida que una de clase alta un siglo atrás. Mejoras en el acceso al agua potable, la disponibilidad de cloacas, los tratamientos médicos y la conservación de alimentos, entre otros avances, jugaron un rol fundamental en prolongar nuestra vida.
El resultado fue notable: del año 1913 a la actualidad la expectativa de vida global mejoró más que en los 2000 años anteriores, pasando de apenas 34 años a los actuales 67. Y ese aumento se dio de manera sostenida. Nada, ni siquiera las grandes guerras mundiales o epidemias como el sida, fueron capaces de frenar este proceso.
Nada, hasta un hallazgo reciente publicado por un equipo de investigadores de la universidad de Princeton, liderados por el Premio Nobel de Economía 2015, Angus Deaton, y la profesora Anne Case.