Siguiendo con esta serie de posts sobre la creatividad, en esta ocasión quiero hablar sobre un segundo mito. Este está emparentado con el anterior en la medida en que también supone que las ideas novedosas llegan repentinamente. Pero en este caso lo que quiero discutir es el rol de nuestra experiencia previa en el «salto», la imagen de «la lamparita» encendiéndose sobre nuestra cabeza en una suerte de ruptura repentina con nuestro conocimiento pasado.
Consideremos los siguientes problemas:
1) Ayer, antes de dormir, apagué la luz y me metí en la cama. Mi cama está a seis metros del interruptor; y sin embargo, logré llegar a la cama antes de que la habitación quedara a oscuras. Como es eso posible?
2) Juan y su hijo Martín de 8 años salen en auto desde Buenos Aires hacia Mar del Plata. En el camino sufren un terrible accidente, donde el padre muere y el niño queda seriamente herido. Ante la imposibilidad de tratar sus heridas en el lugar del accidente, deciden trasladarlo de nuevo a Buenos Aires para ser operado por la mayor eminencia en ese tipo de cirugías. Cuando el niño llega a la sala de operaciones, los médicos del lugar le presentan el caso y esperan ansiosos su opinión.
Finalmente, uno de los médicos le pregunta: –¿Cree que podrá salvar al nene?
Y obtiene la siguiente respuesta: –¡Haré todo lo que pueda… Él es mi hijo!
Este tipo de problemas parece resolverse de repente. Si nos mantenemos atados a nuestra experiencia previa, todo parece indicar que la situación es imposible. Pero el problema estriba en dejar de lado supuestos implícitos que provienen precisamente de nuestro conocimiento pasado. → leer más