¿Por qué a los argentinos nos gusta tanto hablar mal de nosotros mismos?

Hace par de semanas me invitaron a participar de un panel con un grupo de estudiantes del MBA de UCLA. Eran unos 50 en total, provenientes de países muy variados, y habían venido a pasar una semana en Buenos Aires liderados por un profesor argentino que enseña allá para entender cómo era vivir y hacer negocios en el país.

Mi charla fue en la mañana del viernes, cuando el viaje ya terminaba. Éramos cuatro panelistas y los que hablaron antes que yo todos transmitían una visión muy negativa del país. A juzgar por las caras y luego las preguntas que hicieron se notaba que en los cinco días en los que habían estado con interlocutores muy variados, NADIE les había transmitido una visión positiva. Escucharon sobre la inestabildad económica, la corrupción, la inseguridad, la anomia. Me dio mucha impotencia y decidí patear el tablero.

El país de los relojes adelantados

La Argentina es un país peculiar en muchos aspectos. Algunos interesantes, otros molestos, otros francamente absurdos. En este último grupo está el curioso huso horario que define la hora del país.

Casi la totalidad del territorio argentino está dentro del huso horario -4 (cuatro zonas a la izquierda del Meridiano de Greenwich), y una pequeña fracción en el huso -5. Argentina no tiene territorio en el huso -3. Pero supongo que ya habrán adivinado que en un país como el nuestro, «dónde queda el país» no es un dato demasiado relevante a la hora de decidir qué hora usar, no? Así, todo el país se rige por el huso -3, que ni siquiera toca territorio argentino.

¿Cómo se llegó a este despropósito? La historia es sencilla e incluye una sucesión de errores increíbles.

Estado y religión en la Argentina

Quienes son lectores habituales de este blog saben que uno de los temas que me obsesionan es el de la mezcla de referencias y símbolos religiosos en asuntos y espacios estatales. En la Argentina la mayoría de la gente ve como natural que haya un símbolo de una religión específica detrás del estrado de la Corte Suprema de Justicia o que se celebre como feriado nacional fechas de contenido religioso de un credo en particular.

Hace unas pocas semanas hubo otro ejemplo flagrante de esto, cuando en la sesión inaugural de la Cámara de Diputados de la Nación el nuevo Presidente del cuerpo, Julián Domínguez, colocó una figura de la Virgen a su lado en el lugar más prominente del recinto. Algunos diputados expresaron su rechazo, y sorprendentemente (o no!) solo un diario mencionó algo al respecto. Todos los principales periódicos argentinos no consideraron esto como noticia. La falta de rechazo en la sociedad a la actitud de Julián Domínguez es tan mala noticia como el hecho mismo.

Seamos claros: en su casa, o incluso en su despacho privado en el Congreso, Domínguez es libre de profesar el credo que le plazca y de llenar de imágenes religiosas todo el lugar si así lo desea. Pero cuando está actuando como representante del pueblo argentino en general y está ocupando un espacio público central a la vida ciudadana como el recinto de la Honorable Cámara de Diputados de la Nación, él no puede priorizar a su culto por sobre los demás. La Coalición Argentina por un Estado Laico presentó una protesta formal y preparó un texto para que quienes así lo deseen puedan enviárselo al Diputado Domínguez.

Cada vez que escribo sobre esto en el blog o en las redes sociales, gran parte de los comentarios me responden que no insista más con el tema porque la Argentina es un país católico, y para refrendar su postura citan erróneamente el Art. 2 de la Constitución Nacional que dice: «Artículo 2°- El Gobierno federal sostiene el culto católico apostólico romano.»

Pese a cierta ambigüedad en su redacción, ese artículo NO implica que la Nación tenga un culto oficial ni habilita a la exhibición de símbolos religiosos o la priorización de un culto por sobre los demás.

Por eso, para zanjar esta cuestión de una vez, le pedí a un muy prestigioso constitucionalista que escriba un artículo especialmente para Riesgo y Recompensa sobre los malos entendidos que existen sobre la relación entre la Iglesia y el Estado Argentino. Lucas Arrimada, autor del presente post invitado, es un destacado Profesor e Investigador de Derecho Constitucional en la Universidad de Buenos Aires y también Investigador Visitante en NYU (New York University). Y hace poco lanzó un blog muy interesante.

Le agradezco enormemente a Lucas por el esfuerzo de preparar esta nota. Espero que les resulte tan interesante como a mí y que sirva para brindar claridad en este aspecto central de nuestra vida cívica y ciudadana.

Volver al futuro

Este es un año electoral. Por esa razón, hace dos semanas publiqué un primer post sobre política, en ese caso el post invitado de Raquel Alvarez sobre su vínculo emocional con el Kirchnerismo. Allí invité a que otros que quisieran expresar ideas diferentes escribieran también para enriquecer la discusión con visiones distintas.

El primero en recoger el guante fue Miguel Braun. Yo conozco a Miguel hace más de 20 años y es, sin lugar a dudas, una de las mentes más brillantes que conozco. Doctorado en Economía en Harvard, es docente de diversas materias en numerosas universidades y fue uno de los fundadores de CIPPEC, el «think tank» de políticas públicas más importante de Argentina. Actualmente se desempeña como director ejecutivo de la Fundación Pensar.

¡Que vuelva el corralito!

A comienzos de diciembre de 2001, apenas unos días antes del desplome económico de la salida de la Convertibilidad, apremiado por las circunstancias, Domingo Cavallo adoptó una medida extrema: el tristemente célebre «Corralito«. Como resultado de esta medida, la gente ya no podía disponer en efectivo del dinero que tenía en los bancos.

Mientras la mayoría se desesperaba y entraba en pánico, yo calladamente celebraba. De manera involuntaria, Argentina se lanzaba al primer gran experimento de virtualizar el dinero, haciendo que prácticamente todas las transacciones económicas estuvieran bancarizadas. Y yo estaba convencido de que el resultado sería revolucionario.

Semanas después vino la devaluación, la «pesificación asimétrica» y el «Corralón« (reprogramación de los depósitos), que implicó una significativa confiscación de los ahorros de los Argentinos. El salvajismo de estas últimas medidas acabó por desatar el odio de los ahorristas, que se volcaron masivamente a las calles y apedrearon por meses las fachadas de los bancos. Así, un aluvión de ira acabó sepultando rápidamente ese osado (aunque forzado) experimento.

Solucionar el Corralón demoró años, pero de todas las locuras que surgieron durante ese caos, hubo una que se normalizó rápidamente: menos de un año después de su entrada en vigencia, Roberto Lavagna dispuso el regreso del efectivo a las transacciones económicas, poniendo fin al «Corralito».

En este post, yo quiero argumentar que es hora de que volvamos a intentarlo.

Algunas ideas sueltas con el dolor de la derrota encima

¿Equipo?

En este momento siento un dolor termendo. Estoy lejos de la Argentina sufriéndola lejos y sin alguien con quien abrazarme y compartir toda la dimensión de la amargura.

Eso hace todo más difícil pero también me protege un poco de la «caza de brujas » que seguro debe haber comenzado a full por allá.

Igual que pasó con Bielsa en el 2002 y Pekerman en el 2006, todos deben estar dándole sin asco a Maradona y a los jugadores ahora. Es el típico exitismo argentino que encarnan tantos periodistas y en el que caemos todos con facilidad.  Yo a la distancia quiero escribir esto, un poco para darle cauce a mi dolor y «abrazarme» virtualmente con ustedes, un poco para aportar mi grano de arena a que seamos un poco menos exitistas, crucificando sin piedad cuando pierden a los que idealizamos sin límite cuando ganan.

La Agenda Pública del Bicentenario: entrevista sobre el rol del Estado y los empresarios en la construcción de la Argentina futura

Bicentenario

Cuentan quienes lo vivieron que en 1910 los festejos del Centenario de la Argentina fueron impresionantes. En aquel momento, una Argentina que se sentía potencia mundial inauguró grandes íconos como el Teatro Colón, el Congreso de la Nación y muchos monumentos. Se organizaron numerosas exposiciones para mostrar la opulencia de ese país pujante y en crecimiento. Quizá el aspecto más sombrío de los festejos es que ocurrieron en un clima de muy elevada conflictividad social, por la inequitativa distribución de la prosperidad generada.

Hace algunos años se venía viviendo con expectativa el festejo del Bicentenario. Esta vez, ya no como oportunidad de mostrar al mundo nuestra grandeza, sino mas bien como un ejercicio introspectivo para entender el por qué de nuestra involución de las últimas décadas. Enmarcados en un contexto ya sin la euforia del progreso pero con la misma conflictividad e inequidad social, para mí esta era una gran oportunidad para empezar a plantearnos hacia dónde queremos ir como nación en nuestro tercer siglo de existencia.

A escasos 30 días del 25 de mayo de 2010, cuesta creer cuán desapercibido viene pasando este hito. El Pabellón del Bicentenario, uno de los pocos emblemas de esta celebración y producto de un largo concurso arquitectónico, fue, sin pena ni gloria, desmantelado hace un par de semanas, dos meses antes de lo previsto y 45 días antes del día de festejo.

Por eso, me resultó muy interesante lo que propuso hacer la fundación CIPPEC. En su cena anual, que tuvo lugar hace 10 días, presentó la Agenda pública del Bicentenario. Un pequeño libro para el que entrevistó a varios de los más importantes políticos del país, incluyendo entre otros a Binner, Das Neves,  De Narváez, Duhalde, Macri, Sanz, Sabbatella y Stolbizer. A pensadores y académicos  como Lucas Llach, Martín Bohmer, Manuel Garrido y Rodolfo Terragno. Y a algunos emprendedores y empresarios como Marcos Galperín, Gustavo Grobocopatel y Gustavo Lopetegui.

Para esa sección me entrevistaron también a mí. Y aunque no me terminaron de convencer del todo mis respuestas, ya que mi visión es esencialmente coyuntural, me pareció que podía ser interesante compartirla acá, tanto para difundir el trabajo de CIPPEC como para aportar mi granito de arena a que este Bicentenario sea la oportunidad de empezar a preguntarnos cuál es nuestro proyecto colectivo como Nación.

Espero que les resulte interesante.

Se amplió el cupo del TEDx Buenos Aires y más novedades

Mientras la cantidad de pre-registrados sigue creciendo (ya se acerca a los 4,000!), mucha gente nos escribe contándonos cuántas ganas tiene de poder venir al TEDx de Buenos Aires. Por eso, gracias a que por nuestros sponsors logramos cubrir un poco más del costo mínimo del evento, tenemos una muy buena noticia!!! Hemos podido elevar la cantidad de asistentes al evento de 1,000 que eran originalmente a 1,300!

Eso nos convierte en el mayor TEDx del mundo realizado hasta la fecha! Y así, trescientas personas más podrán presenciarlo.