Buenas elecciones

15-10-2017

Uno de mis temas favoritos en este espacio son los sesgos cognitivos: estas fallas sistemáticas que tiene nuestra mente y nos hacen tomar decisiones de manera irracional y, frecuentemente, equivocada. Operando siempre escondidos detrás de la cortina de nuestras racionalizaciones, creemos que elegimos una alternativa en particular por esas causas e ignoramos el poderoso efecto subconciente que los sesgos tienen para llevarnos a escoger lo que elegimos.

Vivimos en una democracia representativa, y por eso de acuerdo a nuestra Constitución nosotros, el pueblo, “no deliberamos ni gobernamos sino por medio de nuestros representantes”. Así, la mayor injerencia que podemos tener en el rumbo de nuestro país se pone en juego al elegir en quiénes vamos a delegar la toma de decisiones sobre las políticas públicas. Decidir a quiénes votar es nuestro derecho, nuestra obligación y también nuestra gran oportunidad de incidir.

La fundamentación de nuestro voto también es siempre sustentada en criterios racionales, como el alineamiento ideológico de los candidatos con nuestras visiones o la idoneidad que posean para la difícil tarea de gobernar. Pero, ¿estará también esta decisión clave afectada por nuestros sesgos?

En una encuesta que realicé a más de 2.000 personas para la columna de radio que hago en Basta de Todo, el 90% dio importancia escasa o nula a la apariencia física de los candidatos al momento de definir a quién votar. Sin embargo, en un sorprendente estudio realizado en la Universidad de Princeton, el psicólogo Alexander Todorov mostró que basta mirar una foto durante apenas una fracción de segundo de dos postulantes desconocidos que hayan participado de un proceso eleccionario para predecir correctamente el ganador en el 70% de los casos. El acierto no requiere conocer las ideas, ni la trayectoria de cada uno. ¡Ningún otro dato más que sus caras!

En mi cuestionario, el 95% de quienes respondieron también afirmó que las encuestas publicadas no inciden significativamente en su decisión de voto. Una vez más, las investigaciones científicas afirman lo contrario. Por un sesgo cognitivo conocido como “efecto arrastre”, un estudio de la Universidad de Stanford mostró que muchas personas priorizan sentirse parte de un equipo ganador y eligen votar a quien suponen que va a salir victorioso. En otras palabras, ¡el candidato que la mayoría cree que va a ganar tiene mayor chance de lograrlo!

Los hallazgos científicos sobre estos flancos débiles en nuestro razonamiento permiten que algunos utilicen los sesgos para manipular en su favor nuestras decisiones. Esta es la razón por la que cada candidato presenta encuestas que le auguran resultados más favorables que los demás.

Finalmente, 93% de los encuestados cree que los avisos de la campaña electoral no influencian su decisión. No obstante, los avisos tienen un efecto en nuestro subconsciente afectando cuánto tenemos presente a cada postulante al momento de sopesar opciones. En USA, país donde la información sobre los fondos disponibles para la campaña de cada candidato resulta más accesible, más del 90% de las elecciones son ganadas por quien dispuso de más recursos. Y estos que menciono son solo unos pocos de los sesgos que existen.

La mala noticia, entonces, es que frente al deber cívico de escoger correctamente a quien nos represente estamos mucho más condicionados y sujetos a manipulación de lo que solemos creer. Pero la buena es que con un esfuerzo consciente es posible combatir estos efectos y sobreponerse a la posible manipulación. ¡Les deseo que tengan unas buenas elecciones!

Esta nota fue publicada en la Revista de La Nación el domingo 15 de octubre de 2017

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