24-11-2016
Hace un mes, en Zurich, tuvo lugar un evento deportivo asombroso. Ensombrecida quizá por sus hermanos mayores, los monumentales Juegos Olímpicos, esta competencia impactante pasó casi inadvertida. Y, sin embargo, sus logros son más conmovedores y sus alcances futuros mucho más revolucionarios que reducir en unas milésimas la marca de los 100 metros llanos o saltar unos centímetros más alto o más lejos que antes.
Estoy hablando del Cybathlon, los primeros juegos deportivos ciborg, una competencia en la que personas con discapacidades severas, incluso parálisis masivas, integraron sus cuerpos con máquinas y computadoras para realizar tareas de otro modo imposibles. Utilizando lectores de ondas cerebrales combinados con exoesqueletos (estructuras externas al cuerpo), prótesis y sillas motorizados, estos atletas biónicos compitieron llevando a cabo actividades que sus cuerpos por sí mismos jamás les hubieran permitido realizar.
Cuando se habla de la relación entre los humanos y las máquinas el énfasis suele ponerse en la rivalidad. Como la ciencia ficción se encargó una y otra vez de mostrar, ya sea doblegados físicamente por Terminators o superados intelectualmente por Hal-9000s, ésta es una batalla que parecemos condenados a perder. Pero esa visión apocalíptica quizá pierde de vista que hay algo más poderoso aún que un humano o una máquina: la combinación de ambos.
Cuando en 1997 la computadora Deep Blue venció al número uno del ajedrez, Garry Kasparov, el mensaje fue claro: la fuerza bruta de cálculo puede más que la sutileza del razonamiento humano, y hoy programas que corren en cualquier teléfono celular pueden vencer a ajedrecistas eximios. Pero hay una alternativa más poderosa e interesante: el ajedrez centauro. En esta disciplina novedosa, en vez de competir personas contra software, se forman equipos: emulando a los seres mitológicos que reunían a dos criaturas en una, se enfrentan entre sí combinaciones de humano-computadora. ¿Por qué optar entre cálculo e intuición, entre táctica y estrategia, si podemos aprovechar lo mejor de ambos? En este tipo de torneos mixtos, en general no gana el grupo que tiene al ajedrecista de mayor ELO ni el que ostenta el software más potente. Gana el mejor equipo, el que combina de manera superior las fortalezas que aportan uno y otro. Los centauros generalmente superan tanto a los humanos más destacados como a las computadoras más poderosas.
En un hecho que causó sorpresa, el ganador de la medalla de oro en los 1500 metros en los Juegos Olímpicos de Río hubiera terminado en el quinto lugar con ese mismo tiempo en los Juegos Paralímpicos desarrollados el mes siguiente. Pareciera que la discapacidad, en vez de limitarlos, ¡les hubiera conferido una ventaja! Esa rareza fue producto de una estrategia de carrera del primero y no del rendimiento máximo posible de cada atleta. Pero el Cybathlon sugiere que en el horizonte se viene un cambio más profundo.
Un exoesqueleto o una prótesis pueden devolver a una persona paralizada la capacidad de mover su cuerpo. Pero también podrán dotar a una persona sin discapacidad de habilidades de otro modo inalcanzables: más fuerza, mayor resistencia, ilimitada precisión. No será requisito tener una limitación física para aprovechar las ventajas que otorguen estos dispositivos. ¿Qué marcas podrán lograr los humanos aumentados que complementen su cuerpo con máquinas y software? ¿Podrá un atleta solamente humano competir contra los centauros?