06-04-2015
Para la mayoría de nosotros, la llegada del futuro es mera cuestión de tiempo. Nos vamos a dormir hoy y nos despertamos mañana. Y de a poco, en esa sucesión de anocheceres y amaneceres, vamos viendo al mundo transformarse.
Quienes ya habían nacido a comienzos de los 60 seguramente recuerden el momento en que el primer televisor llegó a sus vidas. Hubo un antes y un después de ese día. Y como ese, vivimos como espectadores privilegiados muchos otros puntos de inflexión en los que algo cambió para siempre.
Eso sucede porque hay una minoría de gente que no espera a que el futuro llegue: utiliza el día de hoy para moldear el mañana. Si te pidiera que pienses en personas recientes que hayan jugado ese rol, tal vez vengan a tu mente nombres como el de Steve Jobs o Bill Gates. Pero probablemente una de la personas que está hoy teniendo el mayor impacto se te escape por completo. Hoy quiero contarles acerca de un hombre que se atrevió a intentar más hazañas tecnológicas en las últimas dos décadas que cualquier otro en la Tierra. Su nombre es Elon Musk y es un sudafricano de 44 años.
Fundador de una de las empresas de pagos online más usadas en la actualidad, Elon ganó más de 150 millones de dólares antes de cumplir los 30. Pero lejos de que eso moderara su ímpetu, decidió usar su mente, su tiempo y su dinero para intentar resolver varios de los problemas más desafiantes del mundo.
Desde el inicio de la carrera espacial en la década del 50, el envío de naves al espacio fue monopolio de unos pocos gobiernos, principalmente la NASA y la agencia aeroespacial soviética o rusa. Todos los intentos de empresarios privados por desarrollar cohetes y bajar significativamente el costo de acceso al espacio fracasaron de manera estrepitosa. Sin desalentarse por las experiencias fallidas anteriores, en 2002 Musk decidió destinar 100 millones de su fortuna personal para crear SpaceX. Después de varios años de trabajo, en 2009 un cohete diseñado por él se convirtió en el primer vehículo privado en poner un satélite en órbita. Hoy sus naves han reemplazado a los transbordadores como vía de abastecimiento de la Estación Espacial Internacional y representan la mayor esperanza de que el costo de viajar al espacio finalmente se haga accesible.
Siguiente aventura: dada la alta contaminación que generan los autos a gasolina, la idea de producir autos eléctricos fue intentada sin éxito incontables veces. Múltiples factores conspiraron por años para evitar que este anhelo se hiciera realidad: la menor potencia y velocidad respecto de los motores convencionales, la dificultad de desarrollar almacenamiento eléctrico que brindara suficiente autonomía, la necesidad de una red alternativa para recarga en las ciudades y rutas. Así fue hasta que Elon decidió crear la empresa automotriz Tesla. A sólo 7 años de haber lanzado su primer modelo, Tesla fabrica hoy los más exitosos autos eléctricos del mundo, capaces incluso de superar en confort y velocidad a los tradicionales y ya tiene un valor que es casi la mitad de gigantes como Ford o General Motors. También es uno de los líderes en el desarrollo de autos sin conductor.
Su proyecto más reciente apunta a las energías renovables. Su proyecto Solar City es el mayor fabricante de paneles solares para generación de electricidad domiciliaria. Recientemente anunció el desarrollo de una batería capaz de almacenar la energía suficiente para alimentar una casa.
Sabemos que el mundo del mañana será asombroso. Pero no por el mero paso del tiempo, sino por el trabajo de emprendedores inventores geniales como Elon Musk, constructor de futuros.
(Esta nota fue publicada en la Revista La Nación del domingo 5 de abril de 2015)