El Trebol

15-09-2008

Uruguay, enero de 1980

Ella tenía 17 años. Él 19.

En medio del verano decidieron tomarse un recreo de sus trabajos como secretaria y empleado bancario para acampar con amigos unos días cerca del Cerro del Toro en Piriápolis. El tiempo acompañaba para un buen descanso playero.

El 7 de Enero decidieron subirse a la moto de él (una Gilera 150) para viajar al Chuy, un pueblo en la frontera con Brasil, para hacer unas compras, abastecer el campamento y de paso pasear un poco solos. Era un día de muchísimo calor, ambos llevaban ropa de deporte, short, zapatillas.

Después de completar el paseo, emprendieron el regreso. Agobiados por el calor, se detuvieron en un bar de la ruta a tomar algo y tuvieron una pequeña discusión porque ella, acalorada y con cabello hasta la cintura, no quería ponerse el casco. El, muy decidido, le dijo: «Si no te pones el casco, te dejo acá», y con esa firmeza en su decisión definió el destino de su vida.

Un par de horas después, a eso de las 18, el sol todavía brillaba bien alto. Al llegar al cruce llamado El Trébol de Piriapolis, donde se cruzan las rutas interbalnearias que unen Montevideo con Punta del Este y Piriápolis con Pan de Azúcar, de repente vieron un ómnibus que avanzaba descontrolado hacia ellos. Intentaron detenerse pero la colisión parecía inevitable. Y entonces ocurrió el milagro.

El micro no se detuvo. No. Tampoco pudo evitarlos. Ella no recuerda el momento pero el ómnibus los impactó a ambos de lleno.

Cuando ella recuperó un poco la conciencia, sentía que la sangre corría por su frente como una vertiente. Estaba en un vehículo…una ambulancia. Su reflejo inmediato fue extender su mano buscándolo a él. Lo tocó a su lado. Paso un rato largo antes de que le dijeran que él estaba muerto.

Fue una tragedia. Para él. Y para ella, que sufrió graves heridas que le dejaron secuelas motoras hasta hoy.

Y fue también un milagro. Un milagro que hoy, casi treinta años después, sigue siendo el motor de la vida de Bea para ayudar a miles de personas.

No es que no haya sido doloroso. Le tomó años atravesar su dolor. Años vencer el pronóstico que decía que no volvería a caminar. Meses cicatrizar las heridas del cuerpo y años las del alma.

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Desde hace algunos meses que dedico un día al mes (mi «ONG-day») a pasar el día con una organización social distinta, gracias a la ayuda de Ashoka. Hace algunas semanas, estuve conociendo a Bea Pellizzari y la organización que ella creó, La Usina.

En sus propias palabras, La Usina busca: «Promover un cambio de actitud con respecto a la discapacidad, para generar el ejercicio de una ciudadanía activa.»

Junto con Bea recorrimos un par de los Talleres Protegidos a los que La Usina ayuda. Allí, personas con diverso grado de discapacidad (en general mental) trabajan, no para entretenerse, no para rehabilitarse. Trabajan porque ser productivos es su derecho. Y su potencial. Porque potencia su autonomía, les brinda espacio social y contribuye a la plenitud de su vida ciudadana.

La visita fue una experiencia extremadamente rica, sobre la que espero escribir pronto.

Pero en un día que fue conmovedor de punta a punta, lo que más me impactó fue el milagro de ese 7 de enero. Fue ver cómo a algunas personas sobrevivientes la tragedia las destruye y a otras las lanza a descubrir quiénes son y les sirven de motor para llevar vidas mucho más osadas, mucho más comprometidas, mucho más arriesgadas.

Nadie podía imaginar que en ese día de sol una vida se perdía, otra se sacudía y a la vez años después miles cambiaban para poder sobreponerse a las discapacidades y llevar una vida de ciudadanos plenos, «siendo valorados y respetados desde su diversidad».

La necesidad es enorme. Mucho más grande de lo que la intuición haría pensar.

En Argentina viven 2.2 millones de personas con discapacidad.
Estas cifran impactan sobre 8.8 millones de habitantes, considerando el entorno familiar directo.
En 1 de cada 5 hogares argentinos vive una persona con discapacidad.
El 38,4% no tiene cobertura por obra social y/o plan de salud privado o mutual.
En Argentina el índice de desempleo de las personas con discapacidad alcanzaría el 40% .
En el 43.9% de los casos la persona con discapacidad es jefe o jefa de hogar.

Fuentes: Encuesta Nacional de Discapacidad 2004 (Instituto Nacional de Estadísticas y Censos), OIT

En ese contexto tremendo, La Usina busca hacer libres a las personas con discapacidad.

Se puede ayudar a La Usina a través de donaciones de dinero, de trabajo voluntario y especialmente adhiriéndose ahora a la campaña «Que se cumplan», que persigue simplemente que se cumplan las leyes sobre discapacidad que ya existen en la Argentina. También se puede juntar firmas. Acá puedes ver a algunos de los que ya firmaron.

Estoy muy agradecido a Bea por lo que me enseñó ese día y porque me permitió compartir su historia con todos ustedes.

Cierro con una frase de Eduardo Galeano que vi escrita en una de las paredes de los Talleres Protegidos y que es una de las frases de cabecera de La Usina: «Somos lo que hacemos para cambiar lo que somos.»

18 Comentarios

  1. Santiago, en medio de estos dias de crisis financiera en Wall Street, me sorprendio que escribas sobre Bea y La Usina. Y hasta hace sentido!
    Gracias por ayudar a dar a conocer uno de los tantos ejemplos de vida de empreendedores Ashoka. Mi hermana Josefina trabajo con Bea y la admira mucho.
    Y que casualidad, hace unos años en una feria de artesanos en Argentina compré un mate artesanal con la frase de Galeano, me encanta!

  2. Santi, me hizo acordar a los relatos griegos. Un hombre ó una mujer castigados por capricho de los dioses, que, con un arbitrario manotazo le tuercen el destino, y después el esfuerzo del castigado, la perseverancia, la altiva persistencia de seguir adelante, para demostrar que era algo mas que un instrumento del destino. Una historia trágica que muestra la vulnerabilidad y la fortaleza de los hombres. Me encanto el artículo, te estas convirtiendo en un maestro en conectar la materia con el espíritu.

  3. Santi, vos estuviste en la maratón del año pasado y habrás vivido la pasión con la cual trabajan quienes se dedican, como Bea, a ayudar a quienes lo necesitan (La Usina, Discar, Cecilia Baccigalupo), quienes estarán de nuevo este año.

    En las pocas cosas que uno hace o ha hecho alguna vez, se siente la profunda satisfacción del haber podido ayudar. Pero uno podría hacer mucho más, como lo hace Bea, y muchas otras personas, pero generalmente, la cotidianeidad, el egoísmo, y las propias vidas nos alejan de esas cosas.

    Por eso te felicito por dedicar al menos un día al mes de tu vida para acompañar a gente que trabaja para ayudar…y por difundir sus causas.

  4. Conocí a Bea porque es miembre del premio Emprendedor Inicia de este año (vos no fuiste jurado el año pasado?), al que con mi emprendimiento de diseño grafico nos estamos postulando. Me encanto la historia, y me motiva a seguir remando con fuerzas. Gracias Santiago.

  5. Santiago :

    De todas las categorias en las que expresas tu sentir , ésta ,en la que tu denominas (tercer sector)..es la que mas valor agregado me genera tu linea de pensamiento y tu accionar (por goleada)

    A Bea lo quiero decir 2 cosas …la primera y la mas importante …es que su trabajo es admirable

    La segunda es que despues de escuchar su comentario en yuotube en el link que Santi blogeò …acerca de que habia alcanzado su mision y objetivo en Uruguay de que su partido politico lleguò al poder …entonces le pido …
    VOLVE !!
    Veni a darles una mano que seguramente la vision del Uruguay que tu te imaginabas esta lejos de su meta …

  6. A lo largo de la vida he sido voluntaria de diferentes lugares para personas con discapacidades mentales severas, y puedo dar fe de todas las cosas que se pueden lograr. Hay mucho potencial y lo mágico es lo que uno aprende estando cerca de ellos.
    Al margen de que la historia conmueve, me quedo con dos frases que escribiste «trabajan porque es su derecho» y «La Usina busca hacer libres a las personas con discapacidad».
    Excelente post.

  7. Santi: impresionante esta historia. Conmueve, entristece e inspira, todo al mismo tiempo. Creo que muestra lo que puede hacer la voluntad de una persona: «mover montañas». Para Bea, sin dudas, lo que hizo y logro, fue realmente algo de esa envergadura. Tengo un amigo -hermano te diria por lo que hemos vivido y por los años que me une una amistad con el-, compañero del Pelle, quien paso por un accidente similar. Hay similitudes con la historia de Bea -por eso puedo entender, en cierta forma, los años que le tomo recuperarse- ya que estuve junto a Paco -mi amigo- durante esos años tortuosos. Por suerte, el pudo tambien hallar su «destino» y armo un emprendimiento de Grafica Artesanal, para ayudar a familias de un barrio muy humilde -http://www.graficaartesanal.com.ar- a que tengan una salida laboral, una manera digna de ganarse la vida -haciendo la inclusion de esta gente dentro del sistema- y dignificarse como ser humano.
    Este tipo de historias, mas alla del impacto que me producen desde el plano emocional, me generan varias en el plano metafisico: esta nuestro destino marcado inexorablemente ya desde antes de nacer? O somos nosotros artifices/provocadores del mismo con cada decision/accion cotidiana que tomamos? Digo, por los casos fortuitos como el de Bea y el de Paco. Es decir, son cosas que «debian» pasar para que ellos hicieran lo que hicieron luego? Pero de lo que estoy seguro, es que este tipo de acciones tendrian que ser parte de la cotidianeidad de todos nosotros para hacer de este pais/mundo algo mejor. No esperemos a que nos pase algo traumatico para empezar a tener una participacion activa en los problemas de la sociedad: empecemos ahora, con lo que sea, lo mas nimio, todo suma y el momento es HOY.
    Gracias de nuevo, me voy a descansar con la fe renovada y pensando que mañana, seguramente, sera mejor que hoy.
    Un fuerte abrazo,

    Ale

  8. Gracias a todos por los comentarios. Espero haber podido conmoverlos una pizca de lo que estar con ella me conmovió a mi. Los que tengan ganas, por favor firmen online si no lo hicieron aún. Y los que tengan todavía más ganas, junten firmas con el formulario al que linkeé. Eso es lo que ella más necesita en este momento.

  9. La conozco a Bea de hace 13 años y puedo asegurar que es una GENIA la cantidad de Cosas que realiza por las Personas con Discapacidad, poniendo el total de su Ser, para llevar a cabo las Acciones Solidarias que se gestan en su privilegiado cerebro.
    PD: Ademàs es una excelente ESPOSA Y MADRE. Y desde hace unos dìas, una fanàtica CIUDADANA ARGENTINA.

  10. Muy impresionante la nota, ya me ocuparé de acercar algo de ayuda a esa gente.
    Felicitaciones por dar la nota preocupándote por los demás como siempre, cosa que muchos creen es una debilidad en un emprendedor.
    Aprendan de SB los que piensan que con hacer sólo lo que les conviene a ellos alcanza.

  11. Me engañaste con el título del post, con la foto que me atrajo instantáneamente y con el relato delicado que me hizo creer que se venían recuerdos de un romance ochentoso. Me engañaste y me sopapeaste, como la vida a estos dos jóvenes (y a cuántos otros, Dios mío!) con esa cosa que no sabemos cómo llamar y llamamos destino o casualidad. No me gustó. Me pareció horrible como una película sin sentido, por eso Bea me deja helada, con esa voluntad para transformar el horror en algo útil, para hacer el bien a partir del mal. Por esa paciencia para darle un sentido al sin sentido de aquella tarde atroz. Quisiera decirte Gracias, pero todavía estoy voleada y no sé bien si corresponde. Quisiera olvidar tu historia como uno olvida una pelicula, en el transcurso de la semana y de otras películas. Pero sé que no lo haré. Santi, relatas muy bien, engañas muy bien, como esos que roban historias y las proyectan en imágenes que nadie olvidará. Ahora sí, felicitaciones, porque vos tambien, como Bea, tomaste una historia muerta y la volviste algo más.

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